Era la hora de la siesta. Era el sol de primavera en la pampa. Caliente, pero no tanto. Luminoso, pero no tanto y yo, que daba vueltas con el auto, triste, pero no tanto. El negro estaba en la esquina, acuclillado y con el morro alto como un vigía falso que no ve ni vigila nada. Pelo corto, una mancha marrón en el lomo y las orejas en punta. Completamente ido, completamente entregado al sol sobre el hocico. ¿Cómo puede conservar la postura estando tan ausente? Maravilloso. Maravilloso- pensé e inmediatamente vi al otro. Peludo, desparramado, las patas hacia el sol con la panza expuesta, rosa como las flores de todos los ciruelos de la ciudad hoy. Maravilloso. Maravilloso- pensé e inmediatamente me convertí en perro.
*Foto de Negra María, mermelada de arándanos , mascota de www.losyurumies.blogspot.com